Salud: Impostergable evaluación
- Jose Del Carmen
- 24 dic 2017
- 3 Min. de lectura

El Presidente Kuczynski ha ofrecido realizar una "profunda evaluación de sus primeros 17 meses de mandato", "para que el 2018 no sea solo un año de mayor crecimiento económico", "reconociendo errores y falencias" y "recogiendo lecciones de la experiencia hasta ahora acumulada".
En tal sentido, en el ámbito de salud, ello implicaría el identificar la real dimensión de sus eventuales logros, pero más aún los efectos negativos de un inicio de gobierno construido bajo un apresurado enfoque derivado de lamentables circunstancias e incidentes que llevaron a concluir que nada de lo aprendido y avanzado en política de salud, en los últimos 20 años debía ser tomado en cuenta, debiendo reinventarse nuestro frágil sistema, haciendo uso de premisas utilizadas en los inicios de la década del 90, impulsado por supuestos tecnócratas, con poca disposición a escuchar y una pobre o nula experiencia en gestión pública.
Muestra de lo señalado, puede reflejarse en el lamentable debilitamiento del Seguro Integral de Salud, que tuvo como primer ingrediente la inexplicable reducción de su presupuesto, que si bien fue iniciada en el último año del gobierno anterior, se negaron a corregir, pese a las reiteradas demandas de los diferentes actores involucrados en la gestión sanitaria de nuestro país, trayendo como lógica consecuencia, el grave desfinanciamiento y desabastecimiento del aparato prestador público, aunado a una pérdida de credibilidad y capacidad negociadora del SIS, que conllevó a repetir la historia de los años 2008 al 2011, en que los pacientes afiliados al SIS eran rechazados o enviados a las farmacias externas para comprar los insumos que requerían para su atención.
Cabe recordar, que el presupuesto anual del SIS se mantuvo por debajo de los 520 millones de soles hasta el año 2010, -pese a la promulgación de la Ley de Aseguramiento Universal en Salud en el 2009-, habiendo sido incrementado a partir del año 2012, hasta llegar a superar los1700 millones en el 2015; ello permitió adoptar nuevas modalidades de pago adelantado a los establecimientos públicos de salud, con el objeto de asegurar el oportuno abastecimiento de insumos y evitar el rechazo a los pacientes de menores recursos.
Sin embargo, esto también conllevó a modificar la estructura del financiamiento de las prestaciones en los hospitales públicos, que anteriormente estaban sostenidas en un 70% por los cobros realizados a sus pacientes y solo en un 30% por recursos procedentes del SIS, pasando a invertirse dichas proporciones, y depender en un 70 % de las remesas del SIS; nueva realidad que los hizo altamente vulnerables a una reducción de dicha fuente de financiamiento, trayendo como consecuencia una mayor desprotección a los pacientes de menores recursos.
Hoy este debilitamiento pretende ser extendido al fondo público encargado del financiamiento de las enfermedades de alto costo, a cargo del FISSAL, que seria absorbido por el debilitado SIS, ignorando las lecciones aprendidas en el ámbito internacional, que evidencian la necesidad de diferenciar la gestión del financiamiento de la atención primaria, -en que la ampliación y mejora en el acceso, es el principal objetivo-, lo que difiere del prioritario enfoque en la "gestión de la enfermedad", que orienta los esfuerzos de las instituciones financiadoras de enfermedades de alto costo, y que implica protocolización, evaluación de nuevas tecnologías sanitarias, identificación e involucramiento de prestadores acreditados, a fin de propiciar su adecuada sostenibilidad.
Esperemos que pronto podamos ver las primeras señales que alimenten la esperanza de una nueva etapa que escuche las voces de los diferentes actores, que ven en la salud una prioridad impostergable para el desarrollo de nuestro país, con justicia y equidad.
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